Multitudinario y emotivo adiós en Pontecesures a María y Alberto.

Con el corazón roto, una multitud, que en su mayoría quebró en llanto, ha despedido este sábado a María González Vicente y Alberto Chaves Gómez, la pareja española víctima de los atentados perpetrados en Sri Lanka, unos jóvenes enamorados enterrados juntos tras un adiós nunca imaginado.

En la iglesia de San Xulián, con una torre campanario que se levanta sobre su fachada, todos los congregados en esta tarde en la que el sol ha hecho su aparición con fuerza, después de un amanecer nublado, nadie daba crédito a ese baño de sangre en el Domingo de Resurrección que truncó la existencia de unos novios muy conocidos y queridos, con residencia en este pueblo de la provincia de Pontevedra, y que tenían un sinfín de sueños para su futuro.La capilla ardiente ha estado instalada en el tanatorio de la vecina localidad de Padrón, en A Coruña, donde ella, María, trabajaba en la empresa de sus padres, especializada en equipación de trabajo, y, desde allí, sus cuerpos han sido trasladados para el funeral, cada uno en su respectivo coche fúnebre, mientras otro iba repleto de coronas.

La emotiva ceremonia ha estado oficiada por el arzobispo de Santiago de Compostela, Julián Barrio, que ha confesado que en cuanto se enteró de la tragedia, había rezado por ellos, pero también por sus familiares de una manera especial, sabedor, tal y como ha confesado, de que nadie está preparado para afrontar el final de aquellos a los que quieren.

Mucho menos si la causa radica en un ataque terrorista, «siempre injusto e indiscriminado, perverso y nunca justificable», como el acontecido en esa isla, la lágrima de la India, el cual ha reivindicado el Estado Islámico (EI) y que ha arrojado el saldo de 253 personas muertas y más de 500 heridas.

Julián Barrio ha manifestado su deseo de en lo posible enjugar las lágrimas y aliviar el dolor, ante el cual ha pedido a todos los parientes, de uno y otro, que no se sientan solos, aunque en estos momentos, ha agregado, la tristeza apenas permita el reconforto al cerrar el paso a la paz sosegada. «Esta comunidad parroquial se ha estremecido», ha subrayado, y ha indicado que, con lo ocurrido, «todos hemos perdido» a unos seres humanos que formaban parte de la convivencia diaria, de la cercanía y de los afectos.

Ha ahondado el arzobispo, hecho este apunte, en que la muerte, un enigma de la condición humana, llega siempre inesperadamente y en el caso concreto de María y Alberto «les han arrebatado sus vidas cuando tantos proyectos y tantas esperanzas llenaban su horizonte diario».

Visiblemente afectado, ha hecho hincapié en que es difícil entenderlo, -«sé que estáis viviendo un dolor intenso»-; no en vano, ha admitido que las experiencias del mal pueden «estremecer la fe» y llegar a ser para ella una tentación, en referencia a no creer, pero ha pedido y rogado no caer en eso.

«Todo parece un mal sueño del que uno espera salir en cualquier amanecer», ha vuelto a reconocer, porque María y Alberto llevan consigo parte de muchas otras vidas, que han quedado partidas a la mitad.Feijóo, a la cabeza de una amplia representación política El presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, no ha faltado a este acto, y tampoco su número dos, Alfonso Rueda, ni la cabeza de lista al Congreso por Pontevedra, Ana Pastor.

Han estado igualmente el delegado del Gobierno en Galicia, Javier Losada, así como las subdelegadas de Pontevedra (Maica Larriba) y A Coruña (Pilar López-Riobóo); el titular del Parlamento, Miguel Santalices, el secretario general del PSdeG, Gonzalo Caballero, y los alcaldes de Pontecesures, Juan Manuel Vidal; Rianxo, Adolfo Muíños; y Valga, José María Bello.

Alberto, de 31 años, natural de Rianxo (A Coruña), y con un hermano menor, trabajaba en la filial de Profand en la India y su pareja, María, hija única, de 32, lo hacía en la compañía de sus padres. Ambos disfrutaban de unas vacaciones juntos por Semana Santa.

María y Alberto se encontraban desayunando cuando se produjo el asalto al hotel donde se alojaban. Poco antes habían subido fotografías de una aventura que les estaba encantando.

Diario de Pontevedra

Emotiva despedida en Pontecesures de los dos jóvenes gallegos fallecidos en los atentados de Sri Lanka.

El presidente de la Xunta y el delegado del Gobierno, entre los representantes políticos que este sábado acuden al entierro.

Emotiva despedida en Pontecesures de los dos jóvenes gallegos fallecidos en los atentados de Sri Lanka

Casi un millar de personas se ha congregado este sábado en la localidad pontevedresa de Pontecesures para dar un último adiós a María González Vicente y a Alberto Chaves, los dos jóvenes gallegos fallecidos en los atentados que el pasado domingo afectaron a Sri Lanka. Entre lágrimas y llantos, familiares, amigos y vecinos han asistido al entierro de ambas víctimas que, por mandato expreso de sus allegados, han sido sepultadas juntas en Pontecesures.





Triste y multitudinario adiós a los novios asesinados en Sri Lanka.

Los vecinos de Pontecesures esta tarde a la llegada de los féretros con los restos mortales de los dos jóvenes gallegos que han fallecido en la cadena de atentados perpetrados el domingo en Sri Lanka. Al sepelio asistió, el presidente de la Xunta, Núñez Feijóo, la presidenta del Congreso, Ana Pastor, el delegado del Gobierno, Javier Losada, el presidente del parlamento gallego, Mguel Santalices (4, izq) y el secretario general del PSDG-PSOE, Gonzalo Caballero, andemás de cientos de personas.

Con el corazón roto, una multitud, que en su mayoría quebró en llanto, ha despedido este sábado a María González Vicente y Alberto Chaves Gómez, la pareja española víctima de los atentados perpetrados en Sri Lanka, unos jóvenes enamorados enterrados juntos tras un adiós nunca imaginado.

En la iglesia de San Xulián, con una torre campanario que se levanta sobre su fachada, todos los congregados en esta tarde en la que el sol ha hecho su aparición con fuerza, después de un amanecer nublado, nadie daba crédito a ese baño de sangre en el Domingo de Resurrección que truncó la existencia de unos novios muy conocidos y queridos, con residencia en este pueblo de la provincia de Pontevedra, y que tenían un sinfín de sueños para su futuro.

La capilla ardiente ha estado instalada en el tanatorio de la vecina localidad de Padrón, en A Coruña, donde ella, María, trabajaba en la empresa de sus padres, especializada en equipación de trabajo, y, desde allí, sus cuerpos han sido trasladados para el funeral, cada uno en su respectivo coche fúnebre, mientras otro iba repleto de coronas.

La emotiva ceremonia ha estado oficiada por el arzobispo de Santiago de Compostela, Julián Barrio, que ha confesado que en cuanto se enteró de la tragedia, había rezado por ellos, pero también por sus familiares de una manera especial, sabedor, tal y como ha confesado, de que nadie está preparado para afrontar el final de aquellos a los que quieren.

Mucho menos si la causa radica en un ataque terrorista, «siempre injusto e indiscriminado, perverso y nunca justificable», como el acontecido en esa isla, la lágrima de la India, el cual ha reivindicado el Estado Islámico (EI) y que ha arrojado el saldo de 253 personas muertas y más de 500 heridas.

Julián Barrio ha manifestado su deseo de en lo posible enjugar las lágrimas y aliviar el dolor, ante el cual ha pedido a todos los parientes, de uno y otro, que no se sientan solos, aunque en estos momentos, ha agregado, la tristeza apenas permita el reconforto al cerrar el paso a la paz sosegada.

«Esta comunidad parroquial se ha estremecido», ha subrayado, y ha indicado que, con lo ocurrido, «todos hemos perdido» a unos seres humanos que formaban parte de la convivencia diaria, de la cercanía y de los afectos.

Ha ahondado el arzobispo, hecho este apunte, en que la muerte, un enigma de la condición humana, llega siempre inesperadamente y en el caso concreto de María y Alberto «les han arrebatado sus vidas cuando tantos proyectos y tantas esperanzas llenaban su horizonte diario».

Visiblemente afectado, ha hecho hincapié en que es difícil entenderlo, -«sé que estáis viviendo un dolor intenso»-; no en vano, ha admitido que las experiencias del mal pueden «estremecer la fe» y llegar a ser para ella una tentación, en referencia a no creer, pero ha pedido y rogado no caer en eso.

«Todo parece un mal sueño del que uno espera salir en cualquier amanecer», ha vuelto a reconocer, porque María y Alberto llevan consigo parte de muchas otras vidas, que han quedado partidas a la mitad.

El presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, no ha faltado a este acto, y tampoco su número dos, Alfonso Rueda, ni la cabeza de lista al Congreso por Pontevedra, Ana Pastor.

Han estado igualmente el delegado del Gobierno en Galicia, Javier Losada, así como las subdelegadas de Pontevedra (Maica Larriba) y A Coruña (Pilar López-Riobóo); el titular del Parlamento, Miguel Santalices, el secretario general del PSdeG, Gonzalo Caballero, y los alcaldes de Pontecesures, Juan Manuel Vidal; Rianxo, Adolfo Muíños; y Valga, José María Bello.

Alberto, de 31 años, natural de Rianxo (A Coruña), y con un hermano menor, trabajaba en la filial de Profand en la India y su pareja, María, hija única, de 32, lo hacía en la compañía de sus padres. Ambos disfrutaban de unas vacaciones juntos por Semana Santa.

María y Alberto se encontraban desayunando cuando se produjo el asalto al hotel donde se alojaban. Poco antes habían subido fotografías de una aventura que les estaba encantando.

El Correo Gallego

Multitudinario adiós a la pareja gallega asesinada en Sri Lanka.

«Esta comunidad se ha estremecido», expresó el arzobispo durante el funeral en Pontecesures.

Una multitud, que en su mayoría rompió a llorar, ha despedido este sábado a María González Vicente y Alberto Chaves Gómez, la pareja gallega de novios que murió en los atentados perpetrados del pasado domingo en Sri Lanka y que han sido enterrados juntos.

En la iglesia de San Xulián de Pontecesures, donde se ha oficiado el funeral, nadie daba crédito al baño de sangre que el Domingo de Resurrección truncó la vida de unos jóvenes muy conocidos y queridos en la zona, con residencia en este pueblo de la provincia de Pontevedra y que tenían un sinfín de sueños para su futuro.

La capilla ardiente se ha instalado en el tanatorio de la vecina localidad de Padrón, donde María, de 32 años, trabajaba en la empresa de sus padres especializada en equipación de trabajo, y, desde allí, sus cuerpos han sido trasladados para el funeral.

La emotiva ceremonia ha estado oficiada por el arzobispo de Santiago de Compostela, Julián Barrio, que ha confesado que, nada más enterarse de la tragedia, había rezado por ellos, pero también por sus familiares, sabedor, como ha confesado, de que nadie está preparado para afrontar el final de aquellos a los que quiere.

Mucho menos si la causa es un ataque terrorista, «siempre injusto e indiscriminado, perverso y nunca justificable», como el acontecido en esa isla, la lágrima de la India, que se ha atribuido el Estado Islámico y que ha dejado 253 muertos y más de 500 heridos.

«Esta comunidad parroquial se ha estremecido», ha subrayado el arzobispo, y ha indicado que, con lo ocurrido, «todos hemos perdido» a unos seres humanos que formaban parte de la convivencia diaria, de la cercanía y de los afectos.

Ha ahondado el arzobispo en que la muerte, un enigma de la condición humana, llega siempre inesperadamente y en el caso concreto de María y Alberto «les han arrebatado sus vidas cuando tantos proyectos y tantas esperanzas llenaban su horizonte diario».

Visiblemente afectado, ha hecho hincapié en que es difícil entenderlo, -«sé que estáis viviendo un dolor intenso»-; no en vano, ha admitido que las experiencias del mal pueden «estremecer la fe» y llegar a ser para ella una tentación, en referencia a no creer, pero ha pedido y rogado no caer en eso. «Todo parece un mal sueño del que uno espera salir en cualquier amanecer», ha vuelto a reconocer, porque María y Alberto llevan consigo parte de muchas otras vidas, que han quedado partidas a la mitad.

Han asistido al funeral el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo; su número dos, Alfonso Rueda; la cabeza de lista al Congreso del PP por Pontevedra, Ana Pastor; el delegado del Gobierno en Galicia, Javier Losada; as subdelegadas de Pontevedra (Maica Larriba) y A Coruña (Pilar López-Riobóo); el presidende del Parlamento, Miguel Santalices; el secretario general del PSdeG, Gonzalo Caballero, y los alcaldes de Pontecesures, Juan Manuel Vidal; Rianxo, Adolfo Muíños; y Valga, José María Bello.

Alberto, de 31 años, natural de Rianxo (A Coruña), trabajaba en la filial de Profand en la India, y su novia, María, lo hacía en la empresa de sus padres. Ambos disfrutaban de unas vacaciones juntos en Semana Santa.

María y Alberto se encontraban desayunando cuando se produjo el asalto al hotel donde se alojaban. Poco antes habían subido fotografías de una aventura que les estaba encantando.

Faro de Vigo

Familia y vecinos velan con dolor y rabia los cuerpos de la pareja asesinada en Sri Lanka,

Cientos de personas y decenas de coronas y ramos de flores recibieron los cadáveres en el tanatorio de Padrón.

Los cuerpos de María González Vicente y Alberto Chaves Gómez, la pareja residente en Pontecesures asesinada el domingo pasado durante los atentados registrados en Sri Lanka, ya están en «casa». Poco antes de las cuatro de la tarde de ayer llegaban al tanatorio, procedentes del aeropuerto de Madrid, los coches fúnebres que portaban los féretros de la joven pareja.

Allí, en el tanatorio Iria Flavia, en el municipio vecino de Padrón, esperaban los familiares de las dos víctimas y, en representación del pueblo de Pontecesures, el alcalde, Juan Manuel Vidal Seage, y sus socios de gobierno, Ángel Souto e Isabel Castro Barreiro.

Cuando llegaron los ataúdes fueron inevitables la escenas de dolor y rabia. Los padres de los fallecidos, José González Magán, Amelia Vicente Pereiras, Manuel Chaves Barreiro y Dolores Gómez Rodríguez, esperaban en el interior del tanatorio sin poder contener la emoción. En el exterior se encontraban algunos de los tíos y primos de las víctimas.

Ya con los féretros en la sala mortuoria número 2, situados uno junto al otro -al igual que reposarán juntos sus restos en el camposanto-, el dolor de familiares y amigos se hacía aún más evidente. Y resultaba inenarrable, casi estremecedor, cuando los padres pasaron a la sala para ver por última vez a sus hijos. Se abrazaban, buscaban consuelo donde no lo había, lloraban y se preguntaban por qué.

En cierto modo era ayer cuando empezaban a asimilar que la terrible situación que padecen desde el domingo no es ninguna pesadilla, sino una triste realidad provocada por el odio y el terrorismo.

Aunque el haber sido posible la identificación de los cuerpos y el hecho de poder traerlos a casa -mucho antes de lo inicialmente previsto- para darles un último adiós, enterrarlos y tener un lugar en el que rezarles puede ser entendido como una especie de consuelo, es lógico pensar que ni siquiera esto es suficiente para superar una pérdida como esta.

Adrián, hermano de Alberto Chaves, las abuelas de María, los padres, tíos y primos de ambas víctimas trataban de encontrar consuelo donde no lo había. Intentaban sobreponerse mientras recibían las condolencias de los vecinos y amigos que se desplazaron al tanatorio, que les visitaron en sus casas, les telefonearon o que guardaron un minuto de silencio en memoria de la pareja, como hizo ayer la comunidad educativa del instituto de Rianxo en el que estudió Alberto.

A medida que avanzaba la tarde cientos de personas pasaban por el tanatorio padronés, situado a orillas del río Sar y en el corazón de las tierras de Rosalía de Castro. Un lugar al que llegaron también decenas de ramos y coronas de flores enviadas desde diferentes rincones de Galicia, aunque sobre todo, de Pontecesures y Rianxo, el municipio del que es natural Alberto Chaves.

Y hoy seguirán llegando ciudadanos y flores al tanatorio, hasta que a eso de las seis de la tarde se proceda a la conducción de los cadáveres hasta la iglesia parroquial de San Xulián de Pontecesures.

Será allí donde se celebre el funeral de corpore insepulto, oficiado por el arzobispo de Santiago, Julián Barrio, antes de que reciban sepultura en el cementerio de la parroquia, situado a escasos metros.

Se espera un sepelio multitudinario en el que, lógicamente, participarán numerosos representantes sociales, políticos y empresariales.

Ayer, por ejemplo, anunciaron su presencia en estos actos el delegado del gobierno en Galicia, Javier Losada; la subdelegada en Pontevedra, Maica Larriba, y su homóloga en A Coruña, Pilar López-Riobóo.

También tienen previsto acudir Alberto Núñez Feijóo, presidente de la Xunta;  Ana Pastor, presidenta del Congreso, en funciones; y el presidente del Parlamento de Galicia, Miguel Ángel Santalices.

Faro de Vigo

Llegan a España los cadáveres de los dos gallegos fallecidos en Sri Lanka.

Está previsto que los cuerpos de María González Vicente y Alberto Chaves Gómez estén en Padrón a partir de las 16 horas.

Los cadáveres de los dos gallegos víctimas de los atentados de Sri Lanka, María González Vicente y Alberto Chaves Gómez, ya se encuentran en España, «Ya están en España los restos de los dos españoles víctimas de los atentados en Sri Lanka, una cruenta cadena de ataques que nunca debió haber sucedido», escribió el ministro de Exteriores, Josep Borrell en su cuenta de Twitter.

El titular de Exteriores traslada en el mensaje su «más sentido pésame a las familias» y su agradecimiento a la Embajada de España en la India y a la cónsul honoraria en Colombo «por su desempeño».

Los restos mortales de los dos jóvenes gallegos han llegado a Madrid a las 7.50 horas de este viernes, según el alcalde de Pontecesures (Pontevedra), Juan Manuel Vidal, en cuyo cementerio serán enterrados juntos este sábado. Está previsto que los cuerpos de María González Vicente y Alberto Chaves Gómez lleguen a partir de las 16 horas al tanatorio del municipio de Padrón, donde serán velados por familiares y amigos.

En los atentados del pasado domingo, día 21, contra iglesias y hoteles de lujo en Sri Lanka fallecieron 253 personas, según un balance corregido de las autoridades del país.

Alberto, de 31 años y natural de Rianxo (A Coruña), trabajaba en la filial de Profand en la India y su pareja, María, de 32 años, lo hacía en la empresa de su familia, en Padrón, especializada en equipación de trabajo. Ella había ido a visitar a su novio y ambos estaban de vacaciones en Sri Lanka. Se encontraban desayunando cuando se produjo el ataque al hotel donde se alojaban. 

La Voz de Galicia