El alcalde de Pontecesures hace un balance positivo del nuevo modelo de fiesta.
La lluvia impidió que Pontecesures se llenase ayer de gente, como suele ocurrir cuando la localidad celebra la Festa da Lamprea y la de San Lázaro. Aún así, el balance de la celebración gastronómica es positivo, según el alcalde, Juan Manuel Vidal Seage. Sostiene que el cambio de modelo, suprimiendo la carpa de degustación, y cediendo todo el protagonismo a los restaurantes ha funcionado, hasta el extremo de que varios negocios agotaron sus existencias.
Pontecesures no fue ayer el hervidero de gente de otros años, cuando la Festa da Lamprea coincide con la fiesta de San Lázaro. La culpa la tuvo la lluvia, que desanimó a muchos de acudir a la localidad de orillas del Ulla. Aún así, la celebración gastronómica fue un éxito, según el alcalde, Juan Manuel Vidal Seage. Tanto es así que algunos restaurantes agotaron sus existencias de pez.
La localidad estrenaba este año un nuevo modelo de fiesta. El grupo de gobierno decidió retirar la carpa de degustación, y ceder todo el protagonismo a la hostelería local. Finalizado el evento, Seage está convencido de que la fórmula es la correcta, y avanza que si de él depende, en 2020, la Festa da Lamprea continuará por esta senda.
«Yo estoy satisfecho. Hay restaurantes donde terminaron la lamprea en un visto y no visto. A fin de cuentas, esto es lo que se persigue. Potenciar la imagen de la lamprea y al mismo tiempo el comercio y la hostelería locales», declaró a última hora de la tarde.
Así las cosas, Vidal Seage cree que este es el camino a seguir. Pero en su opinión, sería bueno hacer más cambios. Recuerda que desde hace unos años, «tenemos el corazón en un puño» hasta la última semana, porque a estas alturas del año las capturas de lamprea empiezan a escasear. Por ello, el alcalde y aspirante a la reelección por el Partido Popular deja caer la posibilidad de trasladar la Festa da Lamprea a mediados de marzo, cuando las capturas son más abundantes en el Ulla.
«Quizás sería mejor hacerla coincidir con la fiesta de San José para evitar la incertidumbre que llevamos sufriendo desde hace tres años», prosigue. Si ese planteamiento saliese adelante, la Lamprea de divorciaría de San Lázaro, que ayer volvió a congregar a un buen número de fieles, aunque bastantes menos que otros años.
Retrasos en las tapas
Algunos asistentes a la fiesta se quejaron de que en algunos restaurantes tuvieron que esperar más de media hora por una tapa. Según estos comensales, el problema se debió a que en los restaurantes no prepararon la lamprea hasta que les llegó la gente, cuando lo que hacían en las carpas era tener el producto ya listo.
Sobre esto, Juan Manuel Vidal Seage apuntó que tal vez algunos establecimientos «se vieron desbordados de gente», al no reforzar sus plantillas para este fin de semana. «Algunos restaurantes sí que tenían más gente trabajando, pero no todos», manifestó el regidor.
Por ello, Seage entiende que quizás algunos restauradores no valoraron en su justa medida lo que suponía el cambio de modelo de la fiesta, ya que al desaparecer la carpa de degustación, era previsible que la hostelería recibiese un mayor número de comensales. «Fue el primer año que usábamos este formato, y quizás la hostelería tiene que convencerse ahora de las ventajas de esta nueva fórmula».
En lo que a los actos institucionales se refiere, la lectura del pregón fue en la casa consistorial, y corrió a cargo del periodista y escritor Miguel Piñeiro. Posteriormente, la comitiva se desplazó hasta la plaza de abastos, donde las autoridades degustaron unas raciones y hubo bailes regionales. Acudieron la conselleira de Mar, Rosa Quintana, o la directora de Turismo de Galicia, Nava Castro, entre otros.
Faro de Vigo