José Manuel Pardal. Vilagarcía de Arousa (Pontevedra).
Son las ocho en punto de la mañana cuando el concejal de Hacienda de Vilagarcía de Arousa (Pontevedra) sube las escaleras de mampostería del ayuntamiento para dirigirse a cuestas con su maletín a las oficinas municipales. Hoy, a toda prisa, el concejal se reunirá con técnicos de la oficina de Rentas e Intervención y pretende avanzar un poco más en el esperado Plan de Saneamiento que ha encargado el alcalde, Tomás Fole (PP), y que será el guión contable de los próximos cuatro años para encarar el grave escenario de crisis. Los populares gobiernan en minoría este municipio de casi 38.000 habitantes desde mayo y cifran el déficit económico en casi cuatro millones de euros.
Aunque las horas de entrada y salida del edil pueden variar, José Manuel Pardal le dedica diariamente dos horas de su tiempo a gestionar las maltrechas finanzas que se ha encontrado el PP después de gobernar la izquierda (PSOE y BNG) 20 años en la capital arousana, con unas deudas a proveedores de casi siete millones de euros. Y es que las estrecheces presupuestarias tampoco permiten que Pardal goce de dedicación exclusiva al Ayuntamiento. El edil sigue trabajando en el departamento financiero de una conocida empresa metalúrgica de la ciudad a pesar de que su fichaje en la candidatura popular se comentó a bombo y platillo. ?l no es uno de los dos únicos concejales liberados que el equipo de gobierno porque, al menos por ahora, los recortes económicos no lo permiten.
No tengo despacho, voy llevando y trayendo papeles de casa para llevar las cosas al día
«Lo llevo más o menos bien, siendo metódico y tratando de controlarlo todo poco a poco», comenta, mientras en Intervención despacha el papeleo para tramitar dos expedientes de devolución de ayudas sociales que se están cobrando, al parecer, indebidamente y que se llevarán a la Comisión de Gobierno. «A veces ocurren estas cosas: las circunstancias varían, y esas persona ya no viven solas o ya no están en el paro. En fin, es poco dinero, unos 1.500 euros, pero hay que reclamarlo», explica.
Liquidado este asunto, el concejal de Hacienda de Vilagarcía recupera su maletín y se sienta en otra mesa para meterse de lleno en nuevos informes y papeleos que le van entregando. Es información de datos que se están recabando para una posible actualización de tasas. ¿Entonces se prepara una subida de impuestos? «Bueno aún es pronto para saber si hay que tocar algún impuesto o van a quedar como están. Algunos que han quedado en el olvido, basuras y vehículos, por ejemplo, y son datos imprescindibles para poner en marcha el plan de saneamiento», contesta con rapidez.
Pero el caballo de batalla es el pago de 500 facturas atrasadas. Un préstamo del ICO de 1,2 millones permitirá abonar una mínima parte, un 10%, aproximadamente. «Y el resto ya veremos como se hace», dice con preocupación.
Son las 9.30 horas cuando al concejal se le acerca una funcionaria para decirle que le reclama el alcalde, con el que despacha a diario antes de irse a su otro trabajo. Mete y saca papeles de su cartera y se dirige a un armario donde tiene apilados incontables dosieres. «No tengo despacho, en realidad lo tengo en casa y voy llevando y trayendo documentación para llevar las cosas al día. Menos mal que los funcionarios me ayudan y, por supuesto el alcalde», explica sobre la marcha.
Mientras se despide, el concejal tiene palabras de elogio para la plantilla municipal, sobredimensionada, por los 400 empleados cuyos sueldos suponen la mitad del presupuesto de 30 millones. «No me puedo quejar porque todos cumplen y están muy involucrados con la situación». ¿Y todo a pesar del ERE que planea?. «Bueno, sí, pero ¿quien está hoy libre de esta espada de Damocles? Yo creo que ni aquí ni en ningún lado», concluye José Manuel Pardal.
EL PAÍS, 27/10/11