El grupo socialista de Dodro critica la decisión de la Xunta de no subvencionar una nueva edición del Programa Integrado de Empleo de los Concellos del Sar, junto con Pontecesures, Valga y Rianxo, mientras si concedió una ayuda de la misma convocatoria a la Fundación Domus VI. El PSOE ya registró una iniciativa en el Parlamento de Galicia para tener más información sobre la concesión de ayudas.
Cuando el avance del covid-19 obligó a cerrar las fronteras de Valga, se puso de relieve la dependencia que esta localidad, eminentemente rural, tiene del que antaño era su corazón urbano, Pontecesures, e incluso del vecino Padrón. Durante años, los valgueses se han acostumbrado a coger el coche y hacer sus compras, incluso las más básicas, en cualquiera de esos territorios. La situación es tal, que el alcalde de Valga pidió a la Xunta, formalmente, que permitiese la movilidad entre ayuntamientos vecinos para poder realizar compras de alimentos siempre que no hubiese alternativas en la localidad. La petición, secundada por todos los partidos políticos de este municipio ha sido incluida en las nuevas disposiciones de la Xunta.
La limitación de movimientos -impuesta o autoimpuesta- ha llevado a muchos valgueses a mirar hacia los establecimientos que tienen más cerca. Tiendas pequeñas que tenían asumido que eran despachos «para os olvidos», y que de repente han cobrado un protagonismo con el que no contaban. «Carai se se nota! No noso caso hai moito máis movemento», explica Roberto, desde detrás del mostrador de su establecimiento de A Pontella. Se trata de un supermercado «pequeno, pero no que hai de todo, coma nun súper calquera, só que con menos referencias».
Muchos de los nuevos clientes que llegan a su local «sorpréndense ao entrar e ver o que hai; pensaban que tiñamos menos cousas». Pero no es así. Aquí pueden encontrar desde carne a suavizante para la ropa. Aunque tal vez no la marca que suelen utilizar. Pero si no hay lo que se busca, Roberto se lo consigue. «A xente está acostumada a ter de todo. A min, se alguén me pide unha cousa determinada, voulla buscar, porque ao almacén vou continuamente», explica.
Señala Roberto que muchos de sus nuevos clientes entran por la puerta «advertindo que están acostumados ‘a outros prezos’», porque solían hacer sus compras en cadenas de supermercados que se han ganado fama de económicos. «A xente pensa que en establecementos coma estes os prezos son moi elevados, pero son tan bos coma en calquera outro sitio», asegura Iván, de Supermercado Germán.
En su local también están viviendo un buen momento. Comenzó ya durante el primer confinamiento, cuando muchos nuevos clientes empezaron a cruzar la puerta de una tienda en la que se puede encontrar de todo. «Traballamos cunhas 4.000 referencias e temos bos prezos: Ofrecemos de todo, menos peixería», explica Iván desde detrás del mostrador. Y aún así, durante mucho tiempo establecimientos como el suyo fueron arrinconados por los vecinos, que se acostumbraron a otras formas de comprar. https://9e419395af41db666fe1ff81521b425b.safeframe.googlesyndication.com/safeframe/1-0-37/html/container.html
«Nós levamos catorce anos abertos. Abrimos como carnicería e fomos ampliando. Ao principio vendíase ben, pero logo pillounos a crise anterior e estivemos a piques de pechar», cuenta Roberto desde A Pontella. Algunos establecimientos como el suyo han echado el candado en los últimos años, sometidos a la presión de una competencia que llega de todos lados. Ahora, la pandemia les ha devuelto el protagonismo que tuvieron en su momento. ¿Durará? Dice el refrán que la esperanza es lo último que se pierde. Así que en los supermercados de Valga hacen votos para que todos aquellos que los acaban de descubrir, se acaben convirtiendo en clientes asiduos. «A ver se cando remate todo isto a xente se sigue acordando de nós». A ver.
En los municipios del Baixo Ulla la situación empeora por momentos. Atendiendo al índice, Catoira tiene 929, Valga 2.062 y Cesures 2.752. En esta localidad se conocieron anoche los resultados del cribado realizado. De las 214 personas convocadas acudieron 195; de las que faltaron, 5 lo hicieron por haber dado positivo previamente. Y entre los asistentes se contaron 8 positivos más. «Iso arroxa un dato dun 4,1%, cando a media neste tipo de probas é de 1,2 ou 1,4. Estamos facendo as cousas moi mal, e se seguimos por este camiño, nos espera un futuro moi malo», dice Juan Manuel Vidal Seage, el alcalde de este municipio.
Gota a gota, caso a caso, pero los positivos de covid-19 siguen creciendo cada día en las comarcas de O Salnés y el Baixo Ulla. Cierto es que la velocidad parece que se ha frenado, pero también lo es que los números que ahora se registran nos llevan de vuelta a lo peor de la primera ola de la pandemia. Solo en las dos últimas semanas se han diagnosticado medio millar de positivos.
En número redondos es Vilagarcía quien lidera ese ránking, con 122 positivos diagnosticados en las dos últimas semanas, pero la situación es especialmente preocupante en el norte de la provincia. Pontecesures sigue sin freno, con 78 diagnósticos y una incidencia de 2.556 casos por cien mil habitantes; Valga (111 y 1.892 no le va la zaga) y Catoira también tiene unos registros que nunca había tenido, con 34 positivos en los últimos catorce días y 1.019 casos por cien mil habitantes de incidencia.
La incidencia media en O Salnés y el Baixo Ulla sigue subiendo y está ya en 480 casos por cien mil habitantes. Las mejores noticias llegan de A Illa, que sigue bajando, mientras que en Meis, que ya ha pasado al nivel máximo de restricciones, los datos siguen al alza. Ayer había 32 casos activos, cuatro más que la jornada anterior, y su incidencia a dos semanas seguirá creciendo en las próximas semanas.
Por lo que respecta a la evolución epidemiológica del covid y la situación asistencial, ambas se siguen complicando en el área sanitaria de Pontevedra y O Salnés. El informe oficial del Sergas de este miércoles recoge que hay 1.195 infecciones activas, con 88 nuevos contagios en las últimas 24 horas. Son 50 más que el martes y se han dado 38 altas. Es la séptima jornada consecutiva con más de 80 infecciones por día, lo que indica que la transmisión comunitaria se mantiene descontrolada. Además se han hecho en el último día 1.122 pruebas PCR, una de las cifras más altas de toda la pandemia. También preocupa la ocupación hospitalaria, ya que del total de afectados hay 76 que por su estado necesitan atención hospitalaria. Son 62 en planta de tres centros (49 en Montecelo, 4 en Quirónsalud y 9 en el comarcal de O Salnés, en Vilagarcía) y sube a 14 el número de pacientes graves de covid en las unidades de críticos.
El resto de infectados, 1.119, presentan síntomas leves de la enfermedad o son asintomáticos, por lo que están en sus domicilios en aislamiento bajo seguimiento de personal de atención primaria de su centro de salud. Desde marzo las personas curadas sobrepasan las siete mil (7.031), mientras que los fallecidos por el virus son ya 92. En los últimos diez meses se han efectuado 127.167 pruebas PCR.
Lo cierto es que la incidencia del COVID 19 está desbocada en el Baixo Ulla. Catoira (1.019), Valga (1.850) y Pontecesures (2.588) tienen unos datos de casos por cien mil habitantes que son exagerados. Este martes, en la localidad cesureña se realizó un cribado para intentar detectar casos asintomáticos entre hosteleros y comerciantes.
Hartos de sufrir robos en sus embarcaciones, los valeiros de Pontecesures optaron por amarrarlas con cadenas al pantalán situado en el río Ulla. En los últimos años ya han desaparecido varios motores del muelle e incluso una embarcación, que después apareció en el fondo del río totalmente desvalijada. Gruesas cadenas con sus correspondientes candados pueden ser un remedio para disuadir a los amigos de lo ajeno, pero Portos de Galicia no lo va a permitir por más tiempo. La guardamuelles ya ha advertido a los valeiros -que empezaron la temporada de la captura de la lamprea el pasado día 4- de que esta práctica está prohibida y desde Portos de Galicia confirmaban ayer a este diario que, no solo está prohibida, sino que se urgirá a los valeiros de forma inmediata para que retiren estas cadenas. En caso contrario se exponen a sanciones por dos conceptos: por uso indebido de las instalaciones portuarias y por daños en las mismas si se comprueba que se ha agujereado el pantalán para colocar las cadenas. Entre tanto, un portavoz de los valeiros -que está conformado por cinco profesionales- se entrevistó con el alcalde cesureño el lunes para pedirle su mediación ante la Xunta en busca de una solución. Vidal Seage intentaba ayer por la mañana contactar con el responsable de la zona sur de Portos para hablar del tema, pero parece que al regidor no le queda mucho margen de maniobra. En todo caso, lo que sí anuncia es que aprovechará la visita que tiene pendiente con la conselleira do Mar para solicitar que en las obras que está previsto acometer en la zona portuaria se acometa algún tipo de actuación que aporte una solución a esta flota. Por su parte, los valeiros expresaban ayer su indignación por esta situación que, dicen, complica todavía más su actividad. «Todas son trabas e así non se pode traballar, van facer que isto desapareza», indicaba uno de ellos en relación a una actividad que, en sus buenos tiempos, daba trabajo a cuarenta personas. Este mes solo son cinco los que iniciaron una campaña que arrancó con el lastre que supone el descenso de ventas debido al cierre de la hostelería como consecuencia de la pandemia. Hay pocas capturas, las ventas se resienten y, a mayores, los valeiros deben hacer frente a problemas relacionados con las infraestructuras. Además de no poder utilizar cadenas para asegurar sus barcos en el pantalán, tampoco encuentran sitio en las inmediaciones del muelle para poder aparcar sus vehículos, lo cual complica las labores de carga y descarga de combustible y de las artes de pesca y de las capturas. «Temos que andar medio quilómetro con roupa de augas», se lamentan los afectados.