Por fin, el Concello atendió la petición que llevaban planteando desde hace años: contar con un intérprete de signos en alguna de las actividades que organiza.
«Toda persoa xorda ten dereito á información, libre e ampla. Sen ela, vives ás escuras. Se estamos ben informados, somos máis conscientes do que debemos facer e do que non». Esta es la reivindicación de Mariluz Peralba, vecina sorda oralista (lee los labios) y signante (usa la lengua de signos) que reside en Extramundi, en Padrón, tras casarse con Ángel Angueira, que es sordo signante. Ambos no oyen por la misma causa, meningitis, pero la mujer perdió la audición a los diez años, por lo que aprendió a hablar. Él a los dos años y su única lengua son los signos.
Mariluz Peralba, de 66 años y más conocida como Mariluz Gelucho, y su marido, de 76, están especialmente contentos estos días porque, por fin, el Concello atendió la petición que llevaban planteando desde hace años: contar con un intérprete de signos en alguna de las charlas que organiza. Así será el jueves, en la conferencia que dará el periodista Jesús Cintora en Padrón. Será la segunda vez que el Concello contrate un intérprete de signos, después de que lo hiciera en el reciente acto de ingreso de Anxo Angueira en la Real Academia Galega.
«Xa llo tiña dito moitas veces ao alcalde na campaña e estamos moi contentos de que nos atendera», señala Mariluz Peralba, quien explica que llevaba años pidiendo un intérprete de signos en actividades del Concello, así como un curso específico, «pero as miñas peticións sempre caeron en saco roto, que se di», añade. Ella es natural de Fornelo de Montes, en Pontevedra, y conoció a su marido en un encuentro de personas sordas de Galicia. «Aquel día colleume a man e xa non ma soltou», cuenta la vecina con una sonrisa, al tiempo que hace signos para que su marido pueda seguir la conversación, que ella mantiene gracias a que lee los labios y, en caso de dificultad, a la escritura.
Tienen dos hijos oyentes
Llevan 43 años juntos, 41 de casados y tienen dos hijos oyentes. «Foi algo que lle preguntei ao médico xa antes de casar e díxome que a xordeira non era hereditaria», relata. Con veinte años empezó a interesarse por la lengua de signos, con veinticinco se casó y se trasladó a Padrón. Tras superar barreras diarias para criar a sus hijos, con el paso de los años la vecina de Extamundi constató que las personas sordas necesitan más atención, en especial, dice, las que viven en pueblos pequeños «xa que son máis vulnerables porque están máis apartadas e deberían ter máis medios». Y, comprueba, además, que «nos imos facendo maiores e as cousas custan máis facelas, ata as máis simples». De ahí su reclamación para que la Xunta y la Federación de Asociacións de Persoas Xordas de Galicia presten más atención a este colectivo, especialmente, a los mayores sordos que residen en núcleos pequeños. También pide más acceso para cubrir las necesidades de la vida diaria, como, por ejemplo, que el centro de salud de Padrón tenga una pantalla en la que puedan informarse de cúando es su turno.
«Temos dereito á inclusión e á accesibilidade aos servizos», reivindica Mariluz, quien añade que «as persoas xordas somos máis desconfiadas aínda que, en xeral, a xente se porta ben e podo entender que lle custe falar con nós». La vecina de Padrón cree que «non é necesario que todo o mundo saiba a lingua de signos, pero si que intente vocalizar e mirar directamente á persoa xorda». Con 66 años habla de que tiene dos espinas clavadas: no haber podido trabajar por falta de oportunidades y no haber podido sacar el carné de conducir ya que cerca no había autoescuelas preparadas.
Contentos porque una actividad del Concello tendrá intérprete de signos
La pandemia fue, para este matrimonio de personas sordas, como una «guerra». Con las mascarillas, Mariluz Peralba no podía leer los labios y hasta le resultaba difícil comprender el lenguaje de signos al faltar la expresión de la cara. A día de hoy, considera que todavía «queda moito por facer polas persoas xordas e nos pobos é peor porque hai menos».
Así cuenta, que en Padrón son tres los vecinos con discapacidad auditiva, entre ellos, el matrimonio de Extramundi. «Canto máis illados estamos menos comunicación temos», asegura aunque, en su caso, pertenecen a una asociación de sordos de Santiago.
Mariluz Peralba afirma que ella y su marido están especialmente orgullosos de la familia que formaron, con dos hijos que son «persoas moi educadas, serviciais e responsables», dice. También le hizo especial ilusión ser abuela y cuenta que sus dos nietos aprenden el lenguaje de signos con los abuelos. El mayor le preguntó, con tres años, por qué tenía dos lenguas: la oral y la de las manos, relata Mariluz con una sonrisa.
Ser la madrina en la boda de su hijo le hizo sentirse especialmente valorada y ser dama en la fiesta Sanviño del bar O Pemento de Seira, en Rois, le hizo sentirse «non discriminada». De su marido, que trabajó en Cortizo, cuenta que fue el primer boxeador sordo de Galicia y que llegó a pelear con Pantera, aunque le retiraron la licencia, precisamente, por su sordera. Ambos están contentos porque, por fin, podrán asistir en Padrón a una a actividad con intérprete de signos.
La Voz de Galicia