El triunfo de los «aparatos».
Tanto Touriño como Quintana tuvieron que ceder ante las bases del PSdeG y el BNG al elaborar las listas del 1-M
Cuando el portavoz nacional del BNG, Anxo Quintana, confirmó su liderazgo con el 95,8% de los apoyos, hace solo tres meses, hubo militantes que se llevaron las manos a la cabeza por el vértigo a la unanimidad. Algo parecido ocurrió, salvando las distancias, en el último congreso del PSdeG que revalidó a Pérez Touriño con márgenes próximos al 100%. No obstante, el amplio respaldo logrado por ambos no se convirtió en un cheque en blanco a las cabezas visibles del bipartito gallego, como se puso de relieve en la confección de las candidaturas.
Tanto a Touriño como a Quintana no les quedó más remedio que ceder ante el aparato de sus respectivos partidos en el propósito de incluir algunos nombres significativos en puestos de salida de las listas.
La estructura del PSOE no le dejó gran margen al presidente de la Xunta para convertir en diputados a los conselleiros independientes del ala socialista del Ejecutivo, algo especialmente llamativo en el caso del responsable de Economía, José Ramón Fernández Antonio, cuya tentativa de hacerle un hueco en la lista para las autonómicas por Pontevedra puso en alerta a las agrupaciones más fuertes de la provincia.
La alianza de Pontevedra
La maquinaria controlada por el tándem que forman Antón Louro (Pontevedra) y Modesto Pose (Arousa), a la que se sumó a última hora Abel Caballero (Vigo), le impuso a Touriño nombres como el de Abel Losada, referencia de los socialistas vigueses y bregado ya como diputado, pese a que el mandatario autonómico no parecía tener la intención de prescindir durante la campaña de la persona que dirige su gabinete.
El pulso solapado que Touriño libró con las bases también tuvo efectos sobre María José Caride, pues el PSOE pontevedrés vendió muy caro su apoyo para que la conselleira más patrocinada por el presidente formara parte de la candidatura. Al final, ocupará el segundo puesto en la lista, pero a sabiendas de que no fue apoyada por la agrupación de Vigo, a la que en teoría pertenece, y de que hubo varias asambleas que intentaron vetar su nombre.
A Quintana le ocurrió otro tanto de lo mismo. Su apuesta por convertir en diputado a Roberto Mera, responsable de la política municipal del BNG, chocó con los intereses de la Unión do Povo Galego (UPG), el partido que controla férreamente el aparato del frente nacionalista. Esta pugna relegó a Mera al octavo puesto por Pontevedra, donde el Bloque logró solo cuatro actas, mientras la UPG colocaba por delante de él a tres peones.
Algo similar ocurrió con las corrientes críticas, que Quintana intenta atraer hacia sus posiciones. Lo máximo que pudo ofrecerles fue un puesto 20 por Pontevedra, que acabó rechazando el interesado.
LA VOZ DE GALICIA, 18/01/09
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