Un camión irrumpe en la habitación de un matrimonio de Valga.
En la imagen se aprecia cómo el camión se introdujo en la habitación del matrimonio.
Tanto los dueños de la vivienda, recién levantados, como el chófer, salieron ilesos
Como todas las mañanas, Marcos saltó de la cama y fue a despertar a sus padres. Lucita y su marido tenían que ir al médico a Santiago; quizás por eso ya estaban despiertos. Se levantaron y se fueron directos al baño, desde donde oyeron un estruendo terrible que acabó con la cabina de un camión incrustada en el dormitorio en el que cinco minutos antes descansaba el matrimonio. «Se os meus pais estiveran na cama morrían -explicaba más tarde Marcos-; deixaran os papeis do médico no colchón e tivemos que apartar o muro de parede que caera enriba para collelos».
El hijo pequeño del matrimonio, que comparte vivienda con un hermano, con sus padres y con la abuela, no se sorprendió al ver el camión materialmente empotrado en la pared. Al parecer, su madre llegó a pensar que se trataba de un terremoto al oír el estruendo, pero él lo tuvo claro desde el primer momento. «Levo 25 anos aquí, oíndoos pasar a todas horas; sabía que era un camión».
Segundos antes de la embestida, el camión de una empresa de transportes que conducía José Antonio Souto acababa de pasar por el lugar del accidente en el que la semana pasada perdió la vida un joven de Barro. Había salido de Pontevedra llevando una cabina de obra que tenía que dejar en A Picaraña. Eran las 7.30 horas, conducía por la carretera N-550 y enfilaba la recta de Xanza. Según su propio testimonio, se encontró con una bolsa de agua en la calzada que le hizo perder el control del vehículo, y se fue cuesta abajo hasta que se detuvo empotrado en el dormitorio del número 3 del lugar de Campo, donde acababan de levantarse Lucita y su marido. Salió ileso. Se bajó nervioso y comprobó aliviado que no había víctimas.
El estruendo lo oyeron también los vecinos del lugar, que nada más salir a la calle ya vieron el camión volcado y la cabina dentro de la casa. «Fomos correndo pola porta de atrás, porque a de diante estaba pechada, e xa vimos que non lles pasara nada. Aínda bo foi, que se pasara uns minutos antes podían ter morto», decía Lola Carril. «¡Que pena! Somos veciños de toda a vida, somos como irmáns!».
Dos horas después, Marcos esperaba la llegada de un perito que evaluara los daños, aunque para él los destrozos en el dormitorio, que a esa hora ya estaba apuntalado, eran lo de menos. «O que importa é que non lles pasara nada». Sus padres, de 55 y 53 años, no estaban en casa en ese momento. «Están en Santiago, no médico; xa vos dixen que tiñan cita». El accidente no modificó sus planes.
Cuesta abajo
No es la primera vez que en la recta de Xanza ocurre algo similar. Hace unos años ya se estrelló otro camión en una casa un poco más abajo, a unos cien metros. «? costa abaixo e veñen rápido, e se hai auga na estrada como hoxe…», decía una vecina.
El alcalde de Valga, José María Bello Maneiro, no tenía constancia de que hubiese quejas al respecto, pero ayer comentaba que un concejal que vive en la zona le confirmó que tanto en el lugar en el que perdió el control el camión como un poco antes se formaban charcos en la carretera. «Falarei co Ministerio de Fomento para que o miren». El regidor reconoció que con la ampliación de la carretera, las casas habían quedado pegadas al vial. Desde entonces, Lucita y su marido casi dormían en el asfalto.
LA VOZ DE GALICIA, 19/03/10
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