Cecilia Tarela asume el mando emocionada y reivindica «el final de los personalismos».
Cecilia Tarela, con el bastón de mando ya en sus manos, posa junto a sus padres.
La nacionalista no pudo evitar las lágrimas al ser arropada por sus padres -La sesión de investidura fue más tranquila de lo habitual -Angueira se dejó ver; Sabariz, no tanto.
Cecilia Tarela Barreiro (BNG) se convirtió ayer en alcaldesa de Pontecesures gracias a la coalición de su partido con Terra Galega (TeGa) y PSOE. Fue una sesión rápida, sencilla, tranquila y emotiva, especialmente cuando todo había terminado y llegó el momento de las felicitaciones, los besos y los abrazos.
La alcaldesa se dejó mimar por sus padres -ninguno de ellos pudo contener la emoción en un momento tan importante-, recibió las felicitaciones de todos sus compañeros de Corporación -incluidos su rivales políticos- y fue aplaudida con intensidad.
Dijo sentirse «muy orgullosa» por poder asumir esta «enorme responsabilidad» y se mostró dispuesta a trabajar, como no podía ser de otra manera, por el bienestar de los vecinos. Pero al margen de las obviedades, en su discurso dejó escapar un par de pinceladas que pueden interpretarse como «indirectas» hacia algunos que ya no están, sobre todo cuando apeló a la «unidad» de toda la Corporación y cuando anunció que ha llegado el momento de «trabajar a tope», pidiendo a los grupos opositores «que dejen de lado los personalismos y se piense solo en el pueblo y los vecinos».
La sesión de investidura contó con la presencia de una exalcaldesa, la independiente María Isabel Castro Barreiro, que además como edil más veterana ocupó la mesa de edad, acompañada de Jorge Janeiro Cortés, número 2 de TeGa y edil más joven de la Corporación.
Además de la citada exalcaldesa, que sigue en activo, se encontraba entre el público alguien que desaparece de la primera línea de fuego y que fue alcalde hasta ayer mismo, el nacionalista Manuel Luis Álvarez Angueira, quien entregó el bastón de mando a la que hasta hace bien poco era su número dos y quien se acercó a saludar y felicitar personalmente, uno a uno, a cada integrante de la nueva Cámara.
A diferencia de lo sucedido en otros lugares, Angueira también ofreció un pequeño discurso. Bueno, no tan pequeño, ya que casi habló más que Cecilia Tarela. Lo hizo para despedirse del pueblo de Pontecesures, para desear suerte a los nuevos munícipes y para reconocer que el bastón de mando que portó durante este tiempo le dio «más de un dolor de cabeza».
En tono desenfadado, Angueira animó a los ediles a trabajar por el pueblo y se sumó a los aplausos para la nueva regidora, dejándose ver en todo momento en las primeras filas de los asientos que ocupaba el público.
Al que no se vio tanto, quizás porque no estaba o porque permaneció en un segundo plano, fue al también exconcejal Luis Sabariz Rolán, hasta ahora un azote para el tripartito reeditado ayer y cuya marcha de la vida política será, sin duda, un auténtico alivio para el gobierno en el presente mandato.
Dicho esto, cabe destacar también que el de ayer no fue un día feliz solo para Cecilia Tarela -por aquello de convertirse en alcaldesa- y su número dos, María Teresa Tocino Barreiro. También fue una jornada importante para los demás integrantes del ejecutivo, es decir, Ángel Manuel Souto Cordo y el citado Jorge Janeiro, en representación de TeGa, y los socialistas Roque Luis Araújo Rey y Concepción Gómez Figueira.
Lógicamente, menos contento se veía, aunque trataba de disimularlo, a Juan Manuel Vidal Seage, pues a pesar de ser la suya, la del PP, la lista más votada en las pasadas elecciones -con tres ediles para una corporación de once-, va a tener que permanecer en la oposición otros cuatro años -salvo imprevistos-, arropado por sus compañeros de filas José Ramón Cadilla Piñeiro y Mónica Espadas Díez, y al lado de los dos concejales de Independientes de Pontecesures (IP), la antes aludida María Isabel Castro Barreiro y su número dos, Francisco García Sobrino.
Faro de Vigo
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