Una minusválida de Cesures quiere ir al centro de día de Valga, pero la situación no le alcanza.

Publicado por Luis Angel Sabariz Rolán en

A finales del mes de enero abrió sus puertas el centro de día de Valga, el primero de carácter público que se abre en la comarca. Las instalaciones, habilitadas en un local que el Concello puso a disposición de Vicepresidencia, tienen capacidad para treinta usuarios. Cuando se inauguró, disponía aún de plazas libres.

Esperanza Eitor Grela, una mujer impedida de Pontecesures, esperaba como agua de mayo este servicio, no solo porque le hace falta la ayuda, sino también para aliviar un poco la soledad. Tiene 70 años. Hace once que se quedó viuda, y después de ver morir a su marido, pasó por uno de los trances más duros para una madre: tuvo que enterrar también a su hijo.

Ya con la carga de la soledad encima, hace ocho años sufriño una trombosis que la dejó impedida, con una inmovilidad del 70%. En esas condiciones no puede valerse por sí misma, y necesita que le hagan la comida, que le realicen las tareas de casa y que le acompañen incluso para dormir. «Teñen que deitarme e levantarme, e se pola noite teño que ir ao baño preciso de axuda tamén, porque eu soa non podo saír da cama».

En silla de ruedas

Y con algún apoyo sí cuenta. Personal del servicio de ayuda a domicilio acude a su casa de lunes a sábado para hacerle las tareas más urgentes, y todos los días duerme con ella una mujer. «Fixéronme unha habitación abaixo e ela dorme comigo todas as noites». Pero lógicamente, ese servicio hay que pagarlo, y a Esperanza le cuesta 300 euros al mes. Asegura que la pensión que cobra es de 528 euros, y una vez restado el gasto de la compañía, le queda una cantidad muy escasa para sobrevivir. «Como na casa dunha sobriña, e a luz a paga outro sobriño, pero queda o alcantarillado, a auga, o lixo, o teléfono…». El día lo pasa sola en su casa, con el único apoyo de su silla de ruedas.

Compañía

Esperanza quería ir al centro de día de Valga, para disponer de ayuda especializada y de la compañía de los demás usuarios. Pero le cuesta 164 euros al mes. Y la pensión no da para más. Asegura que solicitó subvenciones en el Concello, y que se puso en contacto también con el personal del centro de día, pero de momento, ningún trámite ha dado sus frutos.

En el Concello de Pontecesures reconocieron ayer que conocían el caso de Esperanza Eitor, pero que por secreto profesional, no podían aportar datos del expediente.

Y así, de momento, y haciendo honor a su nombre, esta vecina impedida de Pontecesures deberá seguir esperando sola en su casa. Quizás en los próximos días se resuelva su situación, o puede ser que tenga que aguardar a que Vicepresidencia ponga a disposición de los usuarios las dos mil plazas de centros de día prometidas en Galicia. Por ahora, con las treinta disponibles en la comarca parece que no queda un hueco para Esperanza. Ella pensó que el servicio estaba hecho a su medida, pero por lo visto, no se ajusta al perfil.

LA VOZ DE GALICIA, 12/03/08


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