Creciendo al calor del Camino.

Publicado por Redacción en

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A la orilla de la ruta Jacobea, bares y comercios florecen gracias a los peregrinos.

Después de ganarle la batalla a un cáncer, Frida cogió la segunda oportunidad que le dio la vida, la metió en una mochila, y se echó a hacer todos los Caminos de Santiago. Lleva años explorando esas rutas, perdiéndose y encontrándose al mismo tiempo. «Mi corazón está en el camino», chapurrea mientras se toma una tónica para apagar la sed de la primera caminata de la mañana. A Frida, que es belga, nos la encontramos sentada en la barra del Autoservicio San Miguel (Valga), una tienda de las de toda la vida que florece gracias a los peregrinos.

La responsable de este negocio es Amalia. Amalia tiene una sonrisa acogedora y ganas de escuchar las historias que le cuentan los caminantes que llegan hasta su casa. Así, gracias a lo que ellos le narran, tiene la sensación de haber recorrido varias veces esa ruta Jacobea que le da vida a su negocio. «Dicen que este tramo, entre Caldas y Padrón, es el más bonito de todos», señala orgullosa. También dicen que en el local de Amalia se come bien, que hace un café excelente y que las roscas que ofrece son un manjar divino. Por si no fuesen esas unas buenas credenciales, Amalia también pone al alcance de los peregrinos lo que puedan necesitar. En su tienda se puede encontrar de todo. Embutido y gallegas para el trayecto, calcetines y ropa interior para una urgencia, sombreros y mochilas por si surge un imprevisto. Por haber, hasta hay conchas de vieiras, la enseña de quienes hacen el viaje espiritual a Compostela. «Pero una cosa que se llevan mucho son chucherías y chocolates», quizás para endulzar los pasos y aportar azúcar a los cuerpos ya magullados tras varios días de paseo.

Todo el año
Dice Amalia que vale la pena cuidar los detalles, y vale la pena cuidar a unos clientes que no paran de pasar. El número de personas que se lanzan a la conquista de Santiago desde Portugal no para de crecer. «Cuando yo llegué aquí, hace 17 años, no pasaba nadie por el Camino. Y ahora pasan todo el año». Más en verano y en Semana Santa -este año Amalia ha tenido que multiplicar sus manos para atender a grupos de más de cien personas-. «Pero este año, en febrero ya había gente».

«En el Camino hay de todo, rapaces y abuelos», relata. Y hay todo tipo de acentos, porque esta ruta se ha vuelto tan cosmopolita como una calle de Nueva York. En ruta, la belga Frida comparte charla con el lisboeta José Manuel, y con ingleses, italianos, coreanos, japoneses, australianos, sudafricanos y árabes. «Hay gente de todas las partes del mundo», confirma Amalia sacando una lista en la que ha apuntado el origen de algunos de sus clientes. «Y aquí no paran todos los que pasan», advierte. Eso que su local está situado justo al pie del trazado.

Casa Chaves (Pontecesures) no está tan bien colocada sobre el mapa. Una señal en el Camino indica que a treinta metros de este se encuentra este local en el que han reformulado el «menú del día» y lo han reconvertido en el «menú del peregrino». «Esta xente prefire tomar un plato único e contundente, así que facémoslle iso». Nos lo cuenta Isabel Silva, la mujer de José Manuel Castroagudín, el hombre que atiende la barra.

Puestos a saciar el apetito de los caminantes, han diseñado varias propuestas. Una a base de jamón asado «con patacas e pementos. Se é época dos de Padrón, de Padrón. Se non, dos que haxa». Otro plato que triunfa son los huevos con patatas y chorizo, y parece que también están teniendo buena aceptación las patatas con zorza y huevos rotos. «Para os vexetarianos temos ensaladas de todo tipo», dice en este local de Pontecesures.

Gente valiente
En Casa Chaves también sienten mucho respeto por los peregrinos. «Esa rapaza é de Canadá e está facendo o Camiño soa. Contounos que se atopou cunha serpe», relatan señalando a una joven que, sentada ante un plato ya vacío, tiene la vista fija en la pantalla de su móvil. Es lo que tiene la tecnología: que hasta haciendo el Camino de Santiago puedes seguir conectado a ese mundo real que te espera a la vuelta.

Isabel también sabe bastante de tecnología y de redes sociales. En ellas cuelga fotos de los grupos de peregrinos que se dejan caer por su local. «Veñen por oleadas. Hai semanas que hai moitísimos canadienses, por exemplo. E outras que hai moitísimos brasileiros. Creo que coincide un pouco cos voos que chegan a Oporto. A semana pasada, por exemplo, pasaron moitísimos irlandeses», relata Isabel, que busca el origen del éxito de la ruta portuguesa en que «resulta ao mellor un pouco máis barata que facer o Camiño Francés».

Las caras famosas
En Casa Chaves también disfrutan atendiendo a los peregrinos que aportan alegría al local y dinero a la caja. «A maioría chega ata aquí encantada. Din que hai zonas nas que a xente é moi antipática, que os tratan moi mal, pero de aquí marchan moi contentos». Puede dar testimonio de ello mucha gente. Incluso caras conocidas como la del televisivo Fernando Schwart. «Estivo aquí o pasado verán, cun grupo de catorce ou quince persoas. Viñeron un domingo, e aos domingos nós facemos callos. Encantáronlle, ata quixeron levar a receita», recuerda Isabel.

Muchos de los peregrinos van a volver. Muchos ya han vuelto, de hecho. Y es que dicen que el Camino engancha. Así que piénsenselo bien antes de hacerlo: tal vez se enamoren de la experiencia.

La Voz de Galicia


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